En Estados Unidos, las grandes cadenas están analizando atentamente, casi con fervor, la evolución de los negocios de la industria del entretenimiento audiovisual, y todo comportamiento nuevo, los enfrenta a un nuevo dilema sobre cómo encarar lo que viene.
Sin embargo, pese a esta actitud, hasta ahora no se advierten grandes transformaciones, aunque sí las hay.
El crecimiento de los operadores OTT es lo más significativos: se estima que a finales de 2015, Netflix, Hulu, Amazon, entre otros, contarán con cerca de 65 millones de adherentes.
Y en principio, esto afectó los niveles de audiencia de las cadenas y abrió brechas hacia nuevas vías de distribución.
También los ingresos que obtuvieron hasta el momento por la exhibición de esos contenidos vía streaming, están muy lejos de los que consiguen por la televisión tradicional.
En una etapa incipiente aún, se esperan resultados de los servicios de TV paga online, como también de las plataformas OTT que lanzaron las grandes cadenas: los analistas no tienen grandes expectativas en este tema.
Ante este escenario, los grandes productores analizan las posibilidad de restringir la disponibilidad de los contenidos en las distintas ventanas, en especial, la vía streaming, de modo que los consumidores deban esperar demasiado para ver sus productos preferidos en los proveedores online.
Hoy por hoy, muchos estrenos son presentados el día siguiente en Netflix o proveedores similares.
Los analistas sostienen que la estrategia no sería nueva y que puesta en práctica hasta ahora, no generó grandes cambios. Es más, cada vez es más creciente la expansión de la producción de contenidos originales de parte de Netflix, por ejemplo.
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