Latinoamérica: Cobro de deuda, activo clave de los operadores para su futuro

 

 

“Empieza por lo necesario,

Luego haz lo posible y

De pronto estarás logrando lo imposible”

Frase de San Francisco de Asis

El primer caso de un contagiado por el Covid-19 en Latinoamérica apareció el 26 de febrero en San Pablo, Brasil y se trataba de un señor que había estado en Italia. Una semana después, Argentina anunciaba su primer caso, también en condiciones definidas como un caso importado; simultáneamente Chile también declaró su primer caso para entonces. El fenómeno se repitió con diferencias de días en otros países y a la vez hizo, que los gobiernos latinoamericanos asumieran estrategias diferentes ante la pandemia, que ya lo era por la definición aplicada por la Organización Mundial de la Salud.

Al cabo de tres meses que se cumplirán mañana, el panorama se volvió más agobiante. En todos los países, el aislamiento preventivo –obligatorio en la mayoría de los casos- fue la acción colectiva para tratar de controlar la propagación de una enfermedad que amenazó y amenaza con exponer al límite el potencial de los sistemas de salud y la capacidad sanitaria de las políticas públicas.

Las nuevas condiciones generaron un escenario donde hoy por hoy, nada se parece a como vivíamos hace tres meses atrás y en el que todos los cambios deben contemplar más incertidumbres que certezas.

Las economías están en una situación de estancamiento en el mejor de los casos o de declinaciones estrepitosas. Los fantasmas de los déficits fiscales que tanto abruman a los técnicos de estas tierras, ya no son un enemigo sino son una realidad inevitable. Los Estados y sus economías, ya no solo deben generar estímulos para reanimar a las industrias sino que deben generar recursos para sostenerlas y reimpulsarlas.

No importa el tinte ideológico o bandera política: es lo que hay que hacer.

Las fragilidades socio económicas quedaron en evidencia: donde había carencias se han multiplicado; los sistemas de salud y/o privados quedaran débiles ante una exigencia mayor; las inversiones empresariales o domesticas se limitaron a lo esencial; la precariedad de las economías latinoamericanas crecieron. Y todavía no se vislumbra cómo resurgirán ante la nueva dinámica.

Ahora bien, qué pasa con las telecomunicaciones en la región.

El panorama hoy es este:

- Definidos como esenciales por los gobiernos, los servicios de telecomunicaciones pasaron a ser indispensables para la población. Para los operadores esto implicó un desafío, que incluye poner a prueba la capacidad de su infraestructura tecnológica –algo que ya ha sido superado y aprobado- y también su solidez económica financiera para sobrellevar el momento.

- Los operadores declaran que sus niveles de cobranzas varían entre un 30% y un 50% de su cartera de clientes. Argumentan que la baja bancarización que impera en todos los países; la escasa cultura para el uso de la economía digital y los cierres de sus oficinas comerciales, ha limitado de sobremanera sus posibilidades de cobro.

- La realidad aporta otros detalles: la economía informal y/o el cuentapropismo es elevado en todos los países latinoamericanos y estos sectores son los más afectados por la inactividad; la caída del empleo formal es una situación creciente.

- Expresan un modelo de negocio actual así: “tenemos una cartera de clientes de 10.000 suscriptores; cobramos efectivamente 5.000; debemos sostener el servicio en pleno y con todo lo que ello supone. Hoy por hoy, tenemos cinco mil suscriptores netos”.

- Ante esto, no pocos comienzan a elaborar una estrategia a futuro y el dilema que enfrentan es cuántos idearios deberán o deberían cambiar para consolidar o mejorar posiciones.

- El planteo es: por un lado contamos con un caudal de ingresos que debemos sostener todo lo que tenemos y por el otro, cómo se manejará el caudal de deuda que con el paso del tiempo empieza a ser de un volumen cada vez más significativo.

- La deuda de los usuarios pasa a ser un activo a controlar y conquistar. ¿Cómo generar condiciones para que efectivamente eso se pueda cobrar?

- Tres meses atrás esto se resolvía de manera terminante: suspensión del servicio para el que no paga. El nivel de morosidad, era sumamente bajo.

- Hoy aplicar ese concepto implicaría perder una cuantiosa cantidad de suscriptores en breve lapso; generar una pérdida de ingresos significativa por la deuda acumulada y una reducción ostensible para el futuro.

- Un concepto que comienza tener valoración en la industria es “solidaridad socio económica”. Se sostiene que ante lo inevitable, es decir la imposibilidad de apelar al corte de servicio por lo determinado por la regulación, se deben aliar con el usuario deudor.

- Esto quiere decir, mantener la estrategia de no suspensión del servicio en el tiempo y elaborar planes de pago a largo plazo, lo que daría la posibilidad de cobrar lo adeudado y a la vez mantener el contrato vigente.

- A partir de allí trazan un bussiness plan que prevé estos márgenes:

Las posibilidades de cobro de lo adeudado a plazo corto serán relativamente bajas: 20%.

Estiman que un grueso de los deudores tomarán los planes de pago a plazo: 70%.

Creen que habrá un 10% de los deudores que pasaran a la categoría de incobrables.

- Implementar algo así conllevará elaborar una estructura comercial singular y desarrollar mecanismos contables y financieros, novedosos.

- Hoy por hoy, con números a la vista, se plantean que este es el principal dilema económico financiero que enfrentan los operadores de telecomunicaciones: cobrar una deuda que pasa a ser de un volumen, que de lograrse efectivizar, significará revitalizar la economía y vida de sus empresas.

24.05.2020


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